15 de Noviembre de 2024 - 19:38

El discurso de Milei en Estados Unidos y el encuentro con Trump en la conferencia conservadora

El presidente Javier Milei brindó un discurso este jueves por la noche en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en el marco de su viaje a Estados Unidos, tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales, con quien mantuvo un encuentro informal en dicho evento. 

Milei fue uno de los protagonistas de la CPAC que se llevó a cabo en el estado de Florida, en la residencia Mar-a-Lago, propiedad del presidente electo norteamericano, con quien el líder libertario tiene una muy buena relación, que en los últimos meses ha incluído elogios de uno hacia el otro. 

En su mensaje, el mandatario argentino celebró la premisa de la CPAC, que es reunir a quienes “defienden las ideas de la libertad”. Asimismo, reiteró que el socialismo desencadenó “una batalla cultural para apropiarse del sentido común de los ciudadanos” y que solo con la cooperación de los Estados Unidos, la Argentina, Italia e Israel “puede haber una esperanza global de paz y prosperidad”.

Milei ya se había presentado en otros eventos de la CPAC. En abril, dio su charla en Washington, donde conoció a Donald Trump. También pronunció un discurso en México y en la Argentina.

Cómo es la conferencia en la habló Milei 

La CPAC es el foro conservador más antiguo de los Estados Unidos. Es organizado anualmente por la Unión Conservadora Estadounidense y reúne a políticos, activistas y líderes de opinión de la esfera conservadora.

También está confirmada la llegada de la CPAC a la Argentina. Será el próximo 4 de diciembre en la Ciudad de Buenos Aires, y tendrá como oradores al diputado español y líder de Vox, Santiago Abascal, y al ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

La relación entre Milei y Trump

Los mandatarios argentino y norteamericano mantienen una muy buena relación. Esta misma semana, Milei y Trump sostuvieron una conversación telefónica por el triunfo del candidato republicano en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, según confirmó el vocero presidencial Manuel Adorni en X.

El encuentro entre ambos mandatarios en el marco de la gala del America First Institute en Mar-a-Lago fue importante, aunque informal. Durante su exposición en la conferencia, Trump mencionó a Milei y dijo que felicita al economista por el trabajo que ha hecho como presidente de Argentina. “Make America great again” (hacer grande a EE.UU. otra vez), lo instó: Porr último, lo alentó utilizando su conocido lema de campaña, al parafrasearlo de esta manera: Make Argentina great again” (haz grande a Argentina otra vez).

El encuentro entre ambos funcionarios no fue el primero. En febrero de este año, Milei ya había asistido a otra cumbre de la CPAC, donde mantuvo su primer encuentro público con Trump. “Has hecho un trabajo fantástico en un corto periodo de tiempo. Es un honor tenerte aquí”, señaló Trump.

Milei ha expresado sus simpatías por Trump y ha dicho que espera colaborar con su Gobierno, que comenzará funciones el 20 de enero próximo. El presidente de Argentina considera a Estados Unidos e Israel como los principales aliados de su país en la comunidad internacional.

La agenda diplomática de Milei

La estadía de Milei en Estados Unidos es breve, ya que el sábado recibirá en la Argentina al presidente de Francia, Emmanuel Macron. Además, el 18 de noviembre participará en Río de Janeiro de la cumbre del G20 y el 20 almorzará en la Quinta de Olivos con la primera ministra de Italia, Georgia Meloni.

Tu discurso fue espectacular pero tu trabajo en Argentina es incluso mejor. Felicitaciones y muchas gracias por estar acá. Vos sos ‘Maga’: Make Argentina Great Again”, mencionó el republicano.

El discurso completo de Milei en la conferencia conservadora de Estados Unidos

Muchas gracias por la organización e invitación a este maravilloso evento del CPAC en tiempos donde la gran mayoría de las fundaciones y organizaciones civiles están infectadas de socialismo. CPAC es imprescindible para congregar a quienes defendemos las ideas de la libertad.

Quiero comenzar felicitando una vez más al presidente electo Donald Trump, al vicepresidente electo [James David] Vance y a todo su equipo por la victoria en estas elecciones. Es una alegría enorme para mí saber que en los Estados Unidos primaron el sentido común y la razón por sobre el delirio comunista la agenda woke y la planificación centralizada.

Digo que es una alegría porque, como argentino, conozco de primera mano las consecuencias del socialismo. Por eso, muchas veces digo que me siento como un profeta en una distopía aún evitable. Para ponerlo en contexto, en Argentina, hace 120 años nos regíamos por el capitalismo de libre empresa y contábamos con el PBI per cápita más alto del mundo. Competíamos cabeza a cabeza con Australia y Estados Unidos y éramos el refugio de cientos de miles de migrantes que viajaban a todo el mundo buscando mejores condiciones de vida. No en vano, era común, en el pasado, escuchar la expresión “rico como un argentino”. Sin embargo, hace aproximadamente 100 años, Argentina dio un giro de timón que marcó al principio de una pendiente resbaladiza cuyo desenlace hoy está a la vista de todo el mundo.

Bajo el mandato del sentimentalismo y buenas intenciones, los colectivistas lograron convertir en verdad indiscutible la mal llamada justicia social, que afirma que donde hay una necesidad, nace un derecho, pero el problema es que no hay tal cosa como un almuerzo gratis y las necesidades son infinitas, mientras que los recursos son finitos. Entonces, para aplicar la mal llamada justicia social, montaron un Estado opresor que divide a los ciudadanos entre ganadores y perdedores y la política se convirtió, a su vez, en árbitro y parte interesada de esta repartija.

Eso hizo que se instaurara una especie de régimen de castas a lo indio, donde todos los ciudadanos de pie eran ciudadanos de segunda y los políticos, sus amigos y sus clientes vivían como monarcas. Yo no soy político, ni aspiro a hacerlo. Tal como el presidente Trump, tuve que meterme en este pantano putrefacto como acto de defensa propia y la gente me respaldó con su voto y lo sigue haciendo a diario porque finalmente entendió que no quiere volver a tener nada que ver con la política de la casta.

A todas las particularidades propias de la Argentina, que durante 100 años fue el perfecto laboratorio para experimentar con el virus socialista, se le suma actualmente una problemática común entre las demás países del occidente: la hegemonía cultural de la izquierda que intoxica a la gran mayoría de las instituciones y formadores de opinión.

La izquierda, ante el resentimiento y la frustración que generó en términos políticos el apabullante éxito el capitalismo, comenzó a librar una batalla cultural para apropiarse el sentido común de los ciudadanos, y hoy, ese virus se ha esparcido por todo Occidente. Lograron corromper las instituciones, pervertir las causas nobles y justificar bajo la falsa bandera de la igualdad una expansión estatal ilimitada creando una verdadera industria de los derechos. Este modelo cultural, que algunos llaman el virus woke, tiene una infinidad de consecuencias funestas.

En el plano económico, si quieren saber cuáles son las consecuencias de este modelo, solo miren los últimos 100 años de decadencia argentina. En el plano espiritual, valores esenciales como el mérito, la ambición, la innovación y el optimismo le han cedido el lugar a la envidia, el resentimiento el nihilismo y la indolencia.

Sin embargo, a pesar de la hegemonía que han sabido construir, las ideas de izquierda se empiezan a resquebrajar porque en todos lados hay una mayoría silenciosa, o más bien silenciada, que ha comenzado a hacerse escuchar, a pesar de que los enemigos de la libertad se aferran al poder haciendo uso y abuso de la propaganda, la tergiversación y la censura, y a un lado se empiezan a amontonar todos los partidos políticos tradicionales que se presentan como antagónicos, pero que en el fondo siempre fueron socios y beneficiarios de un mismo estatus quo. Junto a ellos, se amontonan sus clientes las corporaciones privilegiadas y todos aquellos que de alguna manera viven de los impuestos.

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Del otro lado, estamos los ciudadanos libres, los que creemos en los derechos elementales del ciudadano que son el derecho a la vida, la libertad y a la propiedad privada, y lo único que buscamos es que nos dejen perseguir nuestra propia felicidad. Sin embargo, no es la primera vez que el peligro nos asecha. Quinientos años antes de Cristo, en los albores de la cultura occidental, cientos de ciudades y estados griegos formaron una liga para hacerle frente al despotismo persa. Como alguna vez hicieron los antiguos, creo que los que creemos en la libertad debemos unirnos para hacerle frente a esta barbarie y formar una alianza de naciones libres, custodios del legado occidental estableciendo nuevos lazos políticos, pero también comerciales, culturales diplomáticos y militares, donde CPAC, en esto, tiene un rol fundamental.

Los Estados Unidos liderando en el norte; la Argentina, en el sur; Italia, en la vieja Europa; e Israel, el centinela en la frontera de Oriente Medio, porque solo con la fuerza y la cooperación de las naciones libres, puede haber una esperanza global de paz y prosperidad, y porque no hay causa más noble que la causa de Occidente, una línea histórica de la que todos nosotros somos herederos y que tenemos la responsabilidad de restaurar en toda su gloria. Es la causa de los filósofos atenienses, que con Alejandro Magno, cabalgó a Egipto y Asia, que los romanos consolidaron en el primer imperio multicontinental, que renació de las invasiones bárbaras en las abadías y en las cortes de Carlo Magno, que resistió a los árabes y reconquistó España, que cruzó el océano y colonizó a América.

Es la misma causa que nos convirtió en ciudadanos y nos liberó del yugo del tirano, la causa que descubrió el método científico, que industrializó al planeta y que con el capitalismo de libre empresa, sacó de la miseria a miles de millones de seres humanos. Esa es la línea histórica que venimos a restaurar.

Para cerrar, quiero decirles que hoy el mundo está ante un cambio de época. Creo que esta altura, hay pocos que lo nieguen. Nosotros los argentinos, queremos volar a la a la vanguardia de estos vientos de cambio. Por eso, avanzamos a la velocidad que lo hacemos, aunque nos traten de locos, porque tenemos la vocación de seguir avanzando hasta convertirnos en el país más libre del mundo y porque tenemos las condiciones humanas, materiales y espirituales para despegar como nación. Somos un pueblo con una capacidad inventiva envidiable, capaz de sobreponerse a cualquier cataclismo. Es nuestro deber hacernos eco de lo que los tiempos demandan y portar la antorcha de la libertad para volver a encauzar al mundo en el sendero de la libertad y la prosperidad.

Debemos levantar la posta y revivir el fuego prometeico que nos fue legado para así volver a hacer una tierra de oportunidades para todos los ciudadanos del mundo que la estén buscando. Debemos convertirnos, nuevamente en el faro del mundo, porque el mundo ha sido sumergido en una oscuridad profunda y exige a gritos ser iluminado. Si no me creen, los invito a venir a verlo de primera mano el próximo 4 de diciembre en las CPAC de Buenos Aires, como así también, he extendido mi invitación al presidente electo, al vicepresidente electo, a Elon Musk y a todos los que quieran venir a acompañarnos.

Quiero que todos los líderes del mundo libre sean testigos de la gran gesta que está llevando adelante el pueblo argentino. Será un honor para mí contar con la presencia de todos ustedes en la próxima conferencia a realizarse en Buenos Aires.

Quiero agradecer a todos, que Dios bendiga a los argentinos y a los todos los ciudadanos del mundo. Que la fuerza del cielo nos acompañe y ¡viva la libertad, carajo!

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