ENARSA compró 6 kilómetros excedentes en caños de gas y ahora los tiene tirados en una obra para la cual no sirven
Los anteriores presidente y vice de ENARSA, que siguen cobrando un importante sueldo en la empresa, calcularon mal y compraron seis kilómetros más en caños de 36 pulgadas. Los depositaron al aire libre cerca de la planta compresora de Mercedes, a pesar que allí no sirven porque se usan de 30 pulgadas.
En la década del 90, hoy revalorizada por la narrativa oficial, se decía que la central hidroeléctrica Yacyretá era un monumento a la corrupción, porque a pesar de los millones gastados no estaba terminada. De la misma forma, el Albergue Warnes, luego demolido, era un monumento a la desidia estatal, pues empezó a construirse como futuro hospital de niños y terminó siendo un aguantadero de pobres y marginales.
Aunque salvando las distancias, y a 84 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), en las afueras de la ciudad de Mercedes duermen a la intemperie 6 kilómetros de caños que hoy nadie sabe en qué obra usar. Como se ve en las fotos de esta nota, que Minuto de Cierre publica d forma exclusiva. Son el monumento a los desaciertos de gestión en ENARSA durante la presidencia de Juan Carlos Doncel Jones y la vicepresidencia de Rigoberto Mejía Aravena. Los dos siguen hoy en la empresa, cobrando un sueldo que superaría -en cada caso- los 10 millones de pesos.
Esos caños fueron comprados para la reversión del Gasoducto Norte, una obra de 122 kilómetros. Si bien suele comprarse algunos metros o hasta kilómetros de más, a la anterior gestión de ENARSA se le fue la mano: compraron 6 kilómetros excedentes, casi un 5% sobre la traza total. Según diversas fuentes, en SIAT Tenaris, la fábrica de Techint en Valentín Alsina, calcularon de más y el tándem Doncel Jones-Mejía Aravena tuvo la cortesía de comprarlos de todas formas. Por supuesto, con el dinero que los contribuyentes ponen en ENARSA. "Con la nuestra", se decía en otra época.
Para simular que esos caños actualmente pueden servir, los depositaron al aire libre, sin protección alguna, ni siquiera algún plástico. Lo de simulación es porque allí está la planta compresora, que usa caños de 30 pulgadas, cuando en realidad son de 36. Quizás el motivo fue la lejanía de Buenos Aires, lo que hace menos evidente -buscando invisibilidad- la mala decisión que tomaron. A partir de ahora esa hipótesis se vio refutada.
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