El techo al crecimiento de Scioli y Tinelli, más el final de las balas de plata. Por Lucio Di Matteo
Ya no hay elecciones que se ganan fácil. Ni votantes que, viendo el rostro de Perón o el escudito de la UCR, meten a ciegas boleta entera en el sobre. Se terminó el facilismo en la política argentina
Chau barones inconmovibles del Conurbano, electores arriados como ganado, punteros todopoderosos del barrio, bastiones inevitablemente peronistas y pisos de votos garantizados. También se termina, parece, el crecimiento sin techo a la vista de dos personajes clave de la política argentina: Daniel Scioli y Marcelo Tinelli.
El motonauta que todo lo aguantó para llegar a esta instancia, parece una lancha que se quedó sin nafta. Como dijo Jorge Valdano tras quedar fuera de la lista del Mundial 90: “Nadé todo el trayecto y me ahogué en la orilla”. El notable jugador puso todo para recuperarse de una hepatitis fulminante, y como el Ave Fénix emergió de sus cenizas, pero Bilardo decidió priorizar a otros deportistas.
Algo parecido podría ocurrirle a Scioli, pero con una diferencia notable: lo suyo no fue el tesón y el esfuerzo por generar nuevas condiciones y conseguir logros, sino más bien hacer la plancha en busca de la oportunidad que inevitablemente llega. De esta falta de iniciativa y gestión pueden dar fe los habitantes del Conurbano. Aquellos que año tras año pisan las mismas veredas rotas o lodosas, esperando el colectivo con igual temor a un asalto o asesinato, viajando horas hacia Capital Federal para atenderse en hospitales mejores o menos malos que los suyos, o para llevar a la escuela pública a sus hijos, en la búsqueda de horas de clase garantizadas y una infraestructura edilicia más aceptable.
Ni la propaganda de los UPA, ni la tonada pegajosa de Montaner, ni la protección mediática y la pauta oficial bonaerense alcanzaron. El sol no puede taparse con un dedo. O sí, pero por escaso tiempo. Por todo esto, Scioli parece estar cerca de su techo electoral y político. No es más que esto.
La falta de sustancia quedó en evidencia durante su última participación en Showmatch, el programa más visto de la televisión argentina, el jueves pasado tras el cierre de campaña en el Luna Park. Tinelli le dejó a su disposición 25 puntos de rating, para que Scioli no haga ni siquiera una sola propuesta o promesa de campaña.
Con millones de argentinos mirándolo, el gobernador bonaerense no habló de puestos de trabajo, cloacas, autopistas, rutas, deuda externa, planes sociales ni el millón de viviendas que quiere construir Diego Bossio si es su ministro de Planificación. En cambio, Scioli habló de la “energía que hay en el estudio”, le pidió a Marcelo Polino que lo califique con un 41 y pidió a Solita Silveyra su voto de “radical de Alfonsín”.
El cierre fue un autoelogio que incluyó al poderoso conductor de TV: “El método de trabajo de los dos es el mismo: laburo, tenacidad, voluntad”. Palabras que pueden resultar ofensivas para el bonaerense que viaja todos los días hacia Capital Federal para trabajar, y ve cómo sus compatriotas porteños viven mucho mejor. Habrá más bicisendas que nuevas estaciones de subte, y mucha cosmética amarilla de obras inútiles, pero por lo menos la muerte o el asalto no están a la vuelta de cada esquina. Mejor dicho, sí lo están, pero no tanto como en Provincia de Buenos Aires.
Más talentoso, y enteramente hecho “de abajo”, Marcelo Tinelli también parece estar cerca de sus límites de crecimiento. Ya no es el creador y ejecutor del “Gran Cuñado” que le hizo ganar -o por lo menos ayudó bastante- las elecciones legislativas de 2009 a Francisco de Narváez. O, más importante aún, el que se las hizo perder a Néstor Kirchner.
Pregunten, si quieren saber la eficacia de los últimos tiempos de Tinelli, a la fórmula bonaerense derrotada en las PASO, Julián Domínguez y Fernando Espinosa. El intendente de La Matanza -hasta el 10 de diciembre- buscó pegarse a Tinelli como garantía de éxito. Le dieron un cargo menor y figurativo en San Lorenzo, el club del que el barón del conurbano y el hombre show son hinchas.
Millones de razones fueron claves para que Espinosa se transforme en …. vicepresidente de la Comisión de Obras para Divisiones Menores (infantiles e inferiores) del ciclón. ¿Cuántas millones de razones? ¿Se acuerdan del número preferido de “Riverito”?
Como parte de ese acuerdo, e inclusive un millón y medio de razones por fuera de él, Julián Domínguez fue a bailar chacarera a Showmatch paga ganarle las paso a la fórmula de Aníbal Fernández y Martín Sabbatella. No lo consiguió, como ya se sabe.
Domínguez se traicionó a sí mismo para llegar a gobernador, y ni siquiera llegó a candidato. El ex monaguillo, aspirante a cura y amigo del Papa Francisco, aceptó integrar una fórmula con el cuestionable Espinosa, y bailó en el programa del conductor que cortó polleras, exhibió a la mujer como producto, rompió autos de humildes propietarios nerviosos y se burló de todos los que pasaron por su programa. Es feo traicionarse a sí mismo, y más aún sin conseguir el fin que hace desdeñar los medios.
El baile folclórico de Domínguez, y la participación de 6 minutos y medio de Scioli, muestran que ya no hay balas de plata. Ni en la televisión ni en política.
Tinelli, además, llegó hasta un lugar donde quienes lo veían como aliado empiezan a percibir un competidor. El oriundo de Bolívar quiere ser presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), manejar el juego y la televisación del más popular de los deportes a través de Cristóbal López, que Carrefour le “regale” los terrenos de Avenida La Plata a San Lorenzo por $ 2.500 el metro cuadrado (¡pesos, no dólares!), y seguir siendo el Macho Alfa de la TV argentina. Si consigue todo eso, ¿qué le queda? Ser presidente de la República.
Así lo confesó cuando pensaba lanzarse a la presidencia de AFA, y mantuvo una serie de encuentros reservados.
-¿Para qué querés ser presidente de AFA, para llegar a la FIFA o a Balcarce 50?, le preguntó un dirigente con kilómetros de pasillos recorridos.
-Quiero ser presidente, contestó.
Mauricio Macri lo sabe, de ahí la cerrada oposición del Tano Angelici, presidente de Boca, a la candidatura de Tinelli en AFA. Quizás Scioli también, pero elige priorizar la “buena onda, con fe y esperanza”. Tres hombres, tres figuras políticas al límite de sus posibilidades. Uno de ellos emergerá ganador absoluto, otro quizás firme un beneficioso empate, y el tercero se quedará sin nada.