Tweet 0 COMENTARIOS

Con el director general, Eduardo Mallea, en frecuentes viajes (ahora disfrutando de la españolísima Valencia), a la Aduana se le hizo costumbre que las irregularidades sean descubiertas por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Esta semana fue el turno de los "abrevalijas", empleados de Intercargo que en plena pista del Aeropuerto Internacional de Ezeiza fueron vistos "relojeando" valijas de a una, como también abriendo algunas de ellas.

La impunidad es tanta que, en uno de esos casos, fueron filmados por un pasajero desde el hall de embarque. Pero también hizo su trabajo la PSA, que observó imágenes registradas por las cámaras y denunció a tres sospechosos ante el juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena. Esos empleados de Intercargo fueron detenidos e indagados, además de conocer sus rostros a través de la televisión.

En estos hechos, lo llamativo es que la PSA hizo su trabajo y la Aduana no. El responsable directo de ello es Pablo Goffin Martinovich, jefe de Pista en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Este aduanero de carrera, planta permanente del organismo, llegó al cargo hace alrededor de dos años, y tuvo uno de sus mejores momentos cuando el director de la Aduana era Juan José Gómez Centurión, durante la Presidencia de Mauricio Macri. Sus compañeros de Ezeiza cuentan que ganó puntos con el ex militar delatando -a veces con datos verdaderos, a veces falsos- a compañeros suyos. 

Goffin Martinovich evidencia un fuerte contraste entre su desempeño profesional y su vida personal. Como funcionario público, se les escapan hechos que detecta la PSA, como esta semana quedó bien claro. Mientras que, en su vida personal, disfruta de viajes, carreras de rally o piloteando aviones. Esto queda expuesto en sus redes sociales, tanto a través de fotos como videos.

Mientras se le escapan abrevalijas, y quizás otras cosas, este funcionario exprime sus fines de semana y vacaciones. A través de sus posteos se lo puede ver recorriendo el país por tierra, aire y mar. Además, exhibiendo un nivel de vida que difícilmente se corresponda con su sueldo.