Guillermo Ferraro y Nicolás Posse se enfrentan por las empresas estatales de transporte, lo que produce trabas en la gestión
El jefe de Gabinete, a través de la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado, controla a las compañías públicas, con el objetivo de convertirlas en sociedades anónimas y privatizarlas. El problema, según el ministro de Infraestructura, es que depende de Nicolás Posse para -por ejemplo- las partidas presupuestarias y eso traba la gestión.
Por ahora, el “arquitecto” de la victoria libertaria (así lo llamó el propio presidente) escapa al destino trágico de todos los jefes de Gabinete. Nicolás Posse no desgasta su imagen oficiando de vocero del Gobierno (para eso está Manuel Adorni), no asiste a la Cámara de Diputados para explicar o defender la gestión presidencial, y su poder parece acrecentarse. Sin embargo, este último punto, con el exceso de responsabilidades que asumió, es el que genera polémica. “Tiene internas con todos los ministros”, admite un libertario de la primera hora, que declinó cargos previendo un período inicial turbulento. “Sólo lo banca Javier (Milei), pero obviamente con eso le alcanza”, agregó.
A través del decreto 19/2024, el presidente Javier Milei ubicó a la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado, que ya existía, en la Jefatura de Gabinete de Ministros. Es decir, de Nicolás Posse dependen -según el propio decreto- "la designación de directores o interventores de sociedades estatales, la aprobación o modificación de presupuestos de gastos o inversiones, planes estratégicos, compras, contrataciones y licitaciones, así como en la solicitud de transferencias de recursos desde el Tesoro Nacional". En otras palabras, todas las decisiones, incluyendo la presupuestaria.
Esta decisión, oficializada el pasado jueves 4 de enero, generó el enojo de Guillermo Ferraro, ministro de Infraestructura, que ya debió enfrentar la reducción en la frecuencia de colectivos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), un paro sorpresivo de algunas líneas y los reclamos permanentes del sector. Con respecto al área más caliente en términos sociales de su gestión, el transporte público de pasajeros -vía colectivos, trenes o micros-, Ferraro ve cómo le explotan los conflictos en las manos mientras depende de los nombramientos y la billetera que le habilite Posse.
Este martes 9 de enero, la vocería de Transporte difundió como un gran logro que Aerolíneas Argentinas redujo en un 43% la cantidad de direcciones. Sin embargo, la noche anterior se generó un paro sorpresivo de algunas líneas de colectivos, que los medios de comunicación tuvieron la gentileza de mostrar lo menos posible. De la lista de empresas privatizables según la Ley Ómnibus, que están bajo la órbita de Posse, las de Transporte son las menos atractivas por ausencia de rentabilidad: Corredores Viales, Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado (S.E.), Operadora Ferroviaria S.E., Administración de Infraestructuras Ferroviarias S.E., entre otras.
Hace menos de una semana, Ferraro logró destrabar a "la máquina de impedir" -algunos ya lo llaman así- Posse y nombró secretario de Transporte a Franco Mogetta, cercano al ex gobernador cordobés Juan Schiaretti. Pero Ferraro se enfrenta a la dificultad de ubicar gente propia en áreas operativas tan clave como sensibles. En todo el sistema ferroviario, por ejemplo, sigue la gente designada por Sergio Massa, que mostró una buena predisposición para el traspaso, y puso las renuncias a disposición, pero hasta ahora no tienen reemplazo.
Por un lado, a Ferraro le cuesta conseguir gente propia de confianza. Los años de trabajo en KPMG, una de las auditoras internacionales más importantes, le generaron muy buenos vínculos, pero quizás no en sectores cuya rentabilidad es meramente social. Para colmo, depende del visto bueno de Posse para cada nombramiento, como establece taxativamente el decreto 4 de este año. A diferencia de los colectivos, los trenes no sufrieron dificultades operativas por ahora. Pero rezan para que la discrecionalidad presupuestaria del jefe de Gabinete no los genere.
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