31 de Mayo de 2018 - 02:09

Los pollos podridos de Cresta Roja son de Cordiglia que no vio la cocaína en el “avión de los Juliá”

“No lo revisé porque no tenía sospechas”, dijo Pablo Cordiglia en 2011 sobre un avión con 944 kilos de cocaína. En 2016, como jefe de la Aduana de Buenos Aires, autorizó el traslado de contenedores de pollos importados sin papeles ni refrigeración.

La Aduana está repleta de historias como la de Pablo Cordiglia. Un funcionario que es parte de un escándalo importante, logra sobrevivir al chubasco judicial y político, se reubica en una nueva gestión, y vuelve a cometer errores.

En el caso de este analista de sistemas, DNI 24.686.500, encima la historia viene jalonada por un hecho muy recordado: “el avión de Juliá”. El 1 de enero de 2011, un jet de lujo tripulado por Eduardo Julián, y con su hermano Gustavo como único pasajero, despegó del Aeropuerto Internacional de Ezeiza rumbo a Madrid.

En España se le detectó un cargamento de 944 kilos de cocaína. Esto no habría pasado si el jefe de Resguardo de Ezeiza, Pablo Cordiglia, habría hecho su trabajo como corresponde. Cuando le preguntaron cómo se le pasó semejante elefante blanco por delante de su vista, la explicación fue: “No revisé el avión porque no tenía sospechas”.

Es decir, para Cordiglia un avión privado que sale un primero de enero rumbo a España, con apenas dos pilotos y un pasajero (hermano a su vez de un piloto), no genera ninguna sospecha. Tras el escándalo y causa judicial correspondiente, Cordiglia fue “corrido” de su cargo en Ezeiza por la entonces directora de Aduana, Siomara Ayerán.

Como la vida da segundas oportunidades, aún a quienes no las merecen, Cordiglia reflotó su carrera en la Aduana tras la llegada de Juan José Gómez Centurión a la dirección del organismo. El 9 de mayo de 2016, mediante la Disposición 257,  lo nombraron como jefe de la Sección Rezagos. Desde ese cargo estratégico, en coordinación con Horacio Gattas (histórico involucrado en la llamada Aduana Paralela), Cordiglia se encargó nada menos que de trasladar los contenedores que terminaron formando parte -justamente- de la causa llamada “Mafia de los Contenedores”. 

A pesar de ello, siguió haciendo carrera aduanera, rumbo a otro cargo apetecible: jefe de la Aduana de Buenos Aires. Interino, pero jefe al fin. Con el enorme poder que significa manejar la aduana más grande del país, Cordiglia niega o autoriza salida de contenedores, hace y deshace a su gusto.

Dentro de esta lógica se inscriben los dos contenedores de pollos que Cresta Roja importó desde Alemania. Cordiglia autorizó que los mismos fueran trasladados sin papeles ni constancia a un depósito fiscal que tiene la Fuerza Aérea en Quilmes, y que se les desconectaron el refrigerador.

Todo esto fue contador por Minuto de Cierre hace algunos días: http://www.minutodecierre.com/nota/2018-5-25-12-42-0-como-los-pollos-de-mazzorin-cresta-roja-tiene-dos-contenedores-pudriendose-en-un-deposito-fiscal-de-quilmes

A pesar de todo esto, y de la nueva gestión de Eduardo Dávila, Cordiglia sigue al frente de la estratégica Aduana de Buenos Aires. No tiene el respeto de los agentes aduaneros, ni el apoyo de un jefe como le profesaba Gómez Centurión, pero sigue en su puesto, repitiendo errores -intencionales o no-, como en el pasado.

 

 

Comentarios