12 de Noviembre de 2019 - 16:32

La clave del golpe de Estado en Bolivia: petróleo, gas y litio con salida a los océanos Atlántico y Pacífico

El factor clave del golpe de Estado en Bolivia: la voracidad de Estados Unidos por el litio, llamado "el oro blanco", insumo clave para producir baterías recargables de celulares, computadoras o autos eléctricos. La intención de hacer una "medialuna bioceánica" de exportación de recursos naturales: Chile, Bolivia y Brasil. 

 

 

 

 

Por Lucio Di Matteo (*)

 

La hermana república de Bolivia, que en los últimos años se erigió a sí misma como Estado Plurinacional, representa hoy un activo estratégico por sus reservas de petróleo, gas y litio. De esa forma es considerada por las grandes potencias, como marca el apoyo que ayer le brindó al golpe de Estado -a través de un comunicado oficial- el gobierno estadounidense encabezado por Donald Trump. 

El gas y el petróleo son claves para el desarrollo económico por lo menos desde hace un siglo. Como admiten los estudiosos del tema: “La energía más cara es la que no se posee”. El comienzo de la rebelión boliviana que llevó a la presidencia a Evo Morales se gestó con la intención de las empresas extranjeras de sacar el gas del subsuelo de ese país, y enviarlo hacia los Estados Unidos, justamente por la franja costera que Chile le arrebató a Bolivia al terminar la Guerra del Pacífico, en 1884. Alrededor de 120.000 kilómetros cuadrados, o 400 kilómetros de costa, equivalentes a la distancia que hay entre Buenos Aires y Mar del Plata, privaron al país del Altiplano de ser una nación con salida al mar, factor siempre clave en el desarrollo económico. 

Por esas circularidades de la historia latinoamericana, el principal impulsor del golpe de Estado fue Luis Fernando Camacho, cuyo padre -José Luis- era el dueño de la distribución de gas al momento de la estatización por parte del gobierno de Evo Morales. Ambos fueron titulares -José Luis hace décadas y Luis Fernando, que se hace llamar “El Macho”- del Comité Pro Santa Cruz, un grupo político de tono independentista. Si la actual oposición, encabezada por Carlos Mesa, le gana las elecciones al Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, la reprivatización del gas está descontada. 

En cuanto al litio, se ha vuelto un activo estratégico en la sociedad de la información, el consumo de electrodomésticos, y la informatización de prácticamente toda la vida doméstica y empresarial. Las baterías de celulares, autos eléctricos, artículos electrónicos recargables, computadoras portátiles, todo ello tiene litio como elemento esencial. La mitad de las reservas mundiales de ese mineral se concentran en Chile, la Argentina y Bolivia, de los cuales sólo este último país intentó avanzar en proyectos de valor agregado.

El mercado potencial del litio, tanto para producción como en consumo, está en China, Corea y Japón, las tres economías con mayor potencial de crecimiento. Los potenciales usuarios masivos del recurso primario son los productores de tecnología, maquinaria pesada, automóviles (sobre todo los eléctricos), grandes embarcaciones, entre otras industrias de gran valor agregado.

En un veloz repaso nos encontramos nombres propios como Samsung y LG en Corea; NEC,  Sanyo, Toshiba o Sony de Japón; Huawei o ZTE en China. Hace algunos años, almorzando con funcionarios y empresarios argentinos, el presidente de NEC Japón les confió un secreto a voces de gran importancia geopolítica: “a pesar de nuestros desacuerdos, las tres potencias tenemos un acuerdo de complementación tecnológica”. 

El foco de Estados Unidos: la guerra con Huawei, y la salida a los océanos Pacífico y Atlántico

La salida de Evo Morales de la presidencia de Bolivia, luego de ser obligado por los militares a hacerlo, es sin dudas un golpe de Estado. Es cierto que, para llegar a este punto, el presidente que sacó a millones de bolivianos de la pobreza y condujo a su país a más de una década de crecimiento económico interrumpido cometió varios errores. No aceptó la imposibilidad de su reelección, consagrada en la propia Constitución que él impulsó. Luego vino un proceso electoral cuyo escrutinio fue cuestionado por la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque es difícil ver imparcialidad en la misma: pidió segunda vuelta en las elecciones antes de conocerse los resultados finales del escrutinio. 

Esa es la cuestión del próximo gobierno que elijan los bolivianos. En cuanto al actual, el mandato de Evo Morales debería terminar el 22 de enero. Como los militares lo obligaron a renunciar y luego irse del país para salvar su vida, es un golpe de Estado clásico. América Latina vuelve a los ´60 y ´70: un golpe apoyado por los Estados Unidos en nombre del pueblo y la democracia. 

En la actual guerra económica geopolítica, Estados Unidos llegó inclusive a apresar a la vicepresidenta de Huawei, la compañía de celulares que junto a Xiaomi le arrebata mercado a los californianos iPhone. Los dominios de Huawei van más allá: equipos de telecomunicaciones en generales, y servidores de Internet que supuestamente servirían para hacer espionaje. 

Con el dominio de Bolivia, el ex militar y parapolicial Jair Bolsonaro presidiendo Brasil, y Chile dentro del pro-norteamericano Grupo de Lima, Estados Unidos domina el petróleo, el gas y el litio de la región. Con salida por los puertos del Océano Atlántico (vía Brasil) y el Pacífico (Chile, si su situación interna no se agrava). La incógnita es por qué esta intrusión al estilo “Doctrina Monroe” fue exitosa y en Venezuela no. Una explicación tan simple como efectiva es que, tras el desarrollo de la tecnología de fracking, el abastecimiento de petróleo no es un problema para el país del Norte, que hace un lustro alcanzó su autoabastecimiento. Con el litio, la situación es diametralmente opuesta: no existe dentro del subsuelo norteamericano.

Bolivia, además de nacionalizar el recurso, planteó acuerdos con China y Corea para producir autos eléctricos, en un avance de valor agregado que los países más industrializados no suelen perdonar a las naciones subdesarrolladas. Hace casi una década, cuando Argentina eligió la norma japonesa para la televisión digital, el primer ministro de ese país recibió a una delegación de funcionarios. Y les dejó una reflexión que muchos de ellos aún recuerdan: “Con todo respeto, quiero hacerles un pequeño comentario. Cuando Japón acuerda algo con otro país, busca que haya beneficio para ambas naciones. Cuando lo hace Europa como bloque, o alguna de sus naciones, ganan las empresas de los países que acuerdan. Estados Unidos sólo entiende un tipo de negociación: aquella que lo deja como único ganador”. 

 

(*) Lucio Di Matteo es periodista. Dirige Minuto de Cierre, trabaja en el canal de noticias A24, conduce el programa “Sin Despertador” en Radio Latina. Estudio Ciencias de la Comunicación Social en la UBA, publicó tres libros (dos en Argentina, uno en España) y miles de artículos periodísticos. 

 

 

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